
En la mayoría de los culícidos hembra, las partes de la boca forman una probóscide larga preparada para perforar la piel de los mamíferos (o en algunos casos de aves, reptiles o anfibios) para succionar su sangre. Las hembras requieren proteínas para compensar la formación de los huevos y, a diferencia de los machos, cuya dieta normal consiste en néctar, savia y jugos de frutas, generalmente pobres en proteínas, deben beber sangre, al menos en una época, para obtener las necesarias. Los órganos bucales de los machos difieren de los de las hembras en aquello que los habilita para succionar sangre. Excepcionalmente, las hembras de un género de mosquitos, Toxorhynchites, no beben sangre. Las larvas de este mosquito son predadoras de otras larvas de mosquitos.
Como en otros insectos holometábolos (con metamorfosis completa) el desarrollo atraviesa cuatro fases distintas: huevo, larva, pupa y adulto. La tasa de crecimiento corporal depende de la especie y de la temperatura. Por ejemplo, Culex tarsalis puede completar su ciclo vital en 14 días a 20 °C y en sólo diez días a 25 °C. Algunas especies tienen ciclos vitales de apenas cuatro días y otras, en el extremo opuesto, de hasta un mes.
El género Aedes es conocido por necesitar menos de 1 cm. de agua para completar su etapa larvaria.
Generalmente, los huevos quedan inactivos a temperaturas bajas o de sequía, esperando condiciones favorables para desarrollarse. Los del género Ochlerotatus suelen depositarlos en lugares propensos a inundarse como huecos de árboles, esperando mareas o altas lluvias.
Un control que ejerce la naturaleza es la intervención de depredadores como peces y otros insectos para huevos y larvas, y arañas, libélulas, murciélagos y otros insectos para adultos.
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